En un lado había una familia española cenando algo de pescado viendo la tele, callados. Una tele cojonuda, de esas enormes, con su mantel, sus vasos, cubiertos, todo perfecto. Un triste tabique más allá cenaba arroz con algo que no supe determinar un matrimonio de inmigrantes mientras charlaban alegremente, con los platos en la mano, sentados a una mesa de aspecto un poco desgastado.
Me fui, cuando me quise dar cuenta llevaba como un minuto parado viendo la escena. Me llamó muchisimo la atención la gran diferencia entre una escena y otra y me pregunté si unos vecinos sabian de la situación de los otros. Joder solo hay un puñado de ladrillos por en medio, luego me di cuenta de que no. Las diferencias son muchisimo mayores, los ladrillos solo las ocultan.

Ahí están, todas iguales por fuera, pero por dentro quien sabe cuantas diferencias encontraríamos.
Es curioso darnos cuenta de todo lo que nos supone lo que hay dentro de cuatro paredes, toda la vida nada menos, sea como sea.
2 comentarios:
Ay, pájaro. Llevo yo con ese come come AÑOS. Ya casi es una obsesión mirar por las ventanas de los demás para saber las diferencias entre mundos interiores. Y me asaltan miles de preguntas: "¿Quién vive ahí? ¿A qué se dedica? ¿Será feliz? ¿Cómo ve la vida?" etc etc etc.
Con el paso del tiempo te acostumbras y esos pensamientos terminan siendo como el de "Uy, una mariposa", cuando vuela una maripose delante de tus narices.
Uyuyuy! ¡Pero que cotilla! ;P
Después de leer tu post me gustaría aportar otra reflexión... La familia española como siempre con la p--a tele encendida durante la cena en vez de conversar y luego, cuando llegan los problemas con los hijos, tratamos de mirar para otro lado y culpar a los profesores, a la sociedad,... Aún estamos a tiempo de cambiar lo que nos rodea.
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